ANIVERSARIO DEL COLEGIO CLARETIANO


ANIVERSARIO DEL COLEGIO CLARETIANO DE TRUJILLO:

Son ya 50 años desde que los Misioneros Hijos del In
maculado Corazón de María –más conocidos como Padres Claretianos- decidieron instalarse en Trujillo para impartir sus enseñanzas, llenas de conocimientos y valores. Es por ello que este año, el Colegio Claretiano está celebrando sus Bodas de Oro Institucionales, presentando un nutrido programa de aniversario que se extiende hasta noviembre. Este 24 de octubre nuestro prestigioso colegio celebra un años mas de Aniversario pero lamentablemente los actos celebratorios han sido suspendidos por la muerte de El padre Luis Maguiña Prudencio, director del colegio Claretiano de Huancayo.
El Padre era una persona muy querida por los jóvenes estudiantes. Su muerte ha calado hondo en ellos, que lo tenían como un ejemplo de vida a seguir, así como al laico Joel Ayaypoma, con quien murió en un accidente de tránsito en la Carretera Central el último viernes.En muchas ocasiones compartieron actividades, como las visitas a poblados lejanos en Raquina, Pucapuquio y Marcavalle para repartir abrigo y alimentos a los necesitados.Es por ello que ayer muchos de sus discípulos envueltos en un trance lloraron su partida, sin comprender por qué un hombre tan bueno tuvo que irse de esta manera.(Diario Correo).







SAN ANTONIO MARIA CLARET
San Antonio María Claret, fundador de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Misioneros Claretianos) al reflexionar hondamente sobre la infancia y juventud, recalcó la importancia que la acción educadora había tenido en su vida y se mostró particularmente interesado en el problema educativo.
Durante su estancia en la Corte de Madrid -España- trató de influir, con todos los medios a su alcance, en los planes de educación. Aportó, además, ideas originales en sus escritos y en las instituciones que creó y dirigió. Tal es el caso de las dos Congregaciones Religiosas que fundó y a las que encargó, entre sus ministerios, el Apostolado de la educación.
1.2. Fieles a este espíritu de su fundador, los Misioneros Claretianos se han dedicado a la educación en el mundo entero y sienten, en los momentos actuales, la necesidad de responder y actualizar los objetivos básicos de su tarea educadora.
Queriendo, pues, ser útiles a nuestra sociedad pluralista, ofrecemos al hombre de nuestro tiempo un Ideal de Escuela Católica, basado en los derechos del hombre, la doctrina de la Iglesia Católica y la propia tradición claretiana.
1.3. Cuatro principios fundamentan el presente Ideario que los Colegios Claretianos ofrecen a sus alumnos en el Perú, a los Padres de Familia y a cuantos colaboran en la acción educativa apostólica claretiana.
Todo ser humano, sin discriminación de ninguna clase (social, racial, filosófica, económica, etc.) tiene derecho a recibir la educación más apta para el desarrollo de toda su personalidad. En las primeras edades de la vida, cuando el alumno no ha conseguido todavía su madurez de elección y su autonomía, son los Padres de Familia quienes tienen derecho preferente respecto a otros educadores e instituciones para elegir el tipo de educación que desean para sus hijos. Todos los cristianos, puesto que por la regeneración, por el agua y el Espíritu han sido constituidos nuevas criaturas, y se llaman y son hijos de Dios, tienen derecho a la educación cristiana. La cual no persigue solamente la madurez de la persona humana, sino que busca, sobre todo, que los bautizados se hagan más conscientes cada día del don recibido de la fe.La misión de la Iglesia es Evangelizar. La Escuela Católica entra de lleno en la misión salvífica de la Iglesia y particularmente en la exigencia de la Educación en la Fe. De la catequesis esencial a los niños y adultos, a fin de encauzarlos a una madura vida sacramental, llevada a cabo en las misiones populares y en nuestras iglesias, la Congregación extendió muy pronto su acción hacia una integración de la fe en el conjunto de la cultura y de la persona humana mediante la "Educación Cristiana".






PRIMEROS AÑOS (1807-1829)
Infancia.Antonio Claret y Clará nacía en Sallent, Barcelona, el 23 de diciembre de 1807. Era el quinto de once hijos de Juan Claret y Josefa Clará. Le bautizaron el día de Navidad. La escasa salud de su madre hizo que se le pusiera al cuidado de una nodriza en Santa María de Oló. Una noche en que Antonio se quedó en la casa paterna se hundió la casa de la nodriza muriendo todos en el accidente. Para Claret aquello supuso siempre una señal de la providencia.La cuna de Claret fue sacudida constantemente por el traqueteo de los telares de madera que su padre tenía en los bajos de la casa. Ya desde sus primeros años Antonio dio muestras de una inteligencia despejada y de buen corazón. A los cinco años, Toñín pensaba en la eternidad: por la noche, sentado en la cama, quedaba impresionado por aquel "siempre, siempre, siempre". Él mismo recordaría más tarde siendo Arzobispo: "Esta idea de la eternidad de penas quedó en mí tan grabada, que, ya sea por lo tierno que empezó en mí o ya sea por las muchas veces que pensaba en ella, lo cierto es que es lo que más tengo presente. Esta misma idea es la que más me ha hecho y me hace trabajar aún, y me hará trabajar mientras viva, en la conversión de los pecadores". (Aut. nº9).
La guerra popular contra Napoleón embargaba vivamente el ambiente de la época. Sus soldados pasaban frecuentemente por la villa entre los años 1808 y 1814. Hasta los sacerdotes del pueblo se habían sumado a la lucha. En 1812 se promulgaba la nueva Constitución.
Mientras, Antonio jugaba, estudiaba, crecía... Dos amores destacaban ya en el pequeño Claret: la Eucaristía y la Virgen. Asistía con atención a la misa; hacía asiduas visitas al Santísimo; iba con frecuencia, acompañado de su hermana Rosa, a la ermita de Fusimaña y rezaba diariamente el rosario.
Una debilidad de Antonio eran los libros. Pocas cosas contribuyeron tanto a la santidad de Antonio como sus lecturas, las primeras lecturas de su infancia. Porque sus lecturas eran escogidas. Pero ya entonces Antonio tenía una ilusión: llegar a ser sacerdote y apóstol. Sin embargo, su vocación debería recorrer todavía otro itinerario.
Entre los telares.Toda su adolescencia la pasó Antonio en el taller de su padre. Pronto consiguió llegar a ser maestro en el arte textil. Para perfeccionarse en la fabricación pidió a su padre que le permitiera ir a Barcelona, donde la industria estaba atrayendo a numerosos jóvenes. Allí se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de la Lonja. Trabajaba de día, y de noche estudiaba. Aunque seguía siendo un buen cristiano, su corazón estaba centrado en su trabajo. Gracias a su tesón e ingenio llegó pronto a superar en calidad y belleza las muestras que llegaban del extranjero. Un grupo de empresarios, admirados de su competencia, le propusieron un plan halagüeño: fundar una compañía textil corriendo a cuenta de ellos la financiación y el montaje de la fábrica. Pero Antonio, inexplicablemente, se negó. Dios andaba por medio. Unos cuantos hechos -el haber tropezado con un compañero que acabó en la cárcel, el lazo tentador de la mujer de un amigo, el salir ileso milagrosamente del mar donde había sido arrastrado por una gigantesca ola, etc.- le hicieron más sensible el oído a la voz de Dios. Por fin, las palabras del Evangelio: "¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?" (Mt 16,26), le impresionaron profundamente. Los telares se pararon en seco, y Antonio se fue a consultar a los oratorianos de San Felipe Neri. Por fin tomó la decisión de hacerse cartujo y así se lo comunicó a su padre. Su decisión de ser sacerdote llegó a oídos del obispo de Vic, D. Pablo de Jesús Corcuera, que quiso conocerle. Antonio salía de Barcelona a principios de septiembre de 1829 camino de Sallent y Vic. Tenía 21 años y estaba decidido a ser sacerdote. SACERDOTE, MISIONERO APOSTÓLICO Y FUNDADOR(1829-1850)


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